Hacía
mucho tiempo que había oído hablar de Amma,
una mujer hindú que va por el mundo abrazando a todo tipo de gente. El pasado 8 de octubre tuve la suerte de asistir a Granollers en su última visita a España.
La
primera persona con la que hablé fue Esther Beltrán, una Terapeuta
de Rubí, es una veterana, ha
podido asistir durante varios años a los actos de Amma,
y se siente una privilegiada, ella iba a ser mi guía durante la mañana.
Cuando le decía a mi compañera si no le importaba esperar tanto para un abrazo, me contesto: que de hecho, es parte del camino. Cuando has estado una
vez, es difícil no repetir. Realmente, esta mujer tiene algo
muy especial que te mueve por dentro.”
Me han hablado, de lo mucho que sientes en el abrazo, o darshan, como ellos lo llaman. Tras el abrazo no podía hablar, no sabía qué decir, en realidad no tenía nada que decir, era todo paz y amor. Sólo sabría decir que su energía trastocó la mía y que liberó mi alma.
Destacaría que la organización de Amma, http://www.amma-spain.org/,
da de comer a más de 10 millones de personas en todo el mundo. Una
cifra que confirmaba de
que todo
aquello era mucho más que “un abrazo”.
Visite, la cocina, donde me comentaron que entre las personas que
acompañaban a Amma por medio mundo había gente como médicos que habían dejado por un tiempo su profesión, para dedicarse a preparar la comida, a los que venían a
recibir a Amma.
La recaudación íntegra de todo lo que se ofrece en las giras de Amma va para los múltiples proyectos que su organización tiene tanto en la India como por medio mundo.
Algo especial se respiraba por todo el recinto.
No era sólo el ambiente de espiritualidad que yo había observado
anteriormente en otros maestros...
Vi como Amma acogía en sus brazos a miles
de personas. También observé, en mí misma y en mucha gente,
cómo una experiencia de éste tipo puede hacer que nos replanteemos
toda nuestra vida.
Me dí cuenta de que EL EJEMPLO ES UNA DE LAS MAYORES
ENERGÍAS DE CAMBIO QUE EXISTEN EN EL MUNDO. Y fue el ejemplo de las
horas y horas de abrazos sin parar, del
trabajo desinteresado de cientos de personas,
de la pruebas y más pruebas de la inmensa labor humanitaria que,
gracias a donaciones en gran parte anónimas, se realizan en todo el
mundo, fue gracias a todo ello que decidí volver cada año.
Estar
en sus brazos dos segundos merece la larga espera.
Os deseo buen chi
Mª José Carrillo
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